viernes, 9 de mayo de 2008

Del placer femenino o la ausencia del mismo

Me enteré, con una mezcla de sentimientos encontrados, de la propuesta de la asambleísta María Soledad Vela con respecto al derecho al placer sexual femenino. Al principio no sabía que pensar: no me escandalizó, ni me pareció ridícula, sino tan solo fuera de lugar, pero luego de meditarla por unos cuantos minutos, acerté con mi verdadera opinión de la misma: desatinada. Paso a explicar mi opinión.

La insatisfacción sexual femenina tiene tres causas posibles (que se me ocurren): violencia, impericia o insatisfacción emocional. La primera ya está penada por la ley, así que no me detendré a hacer comentarios al respecto. Con respecto a la segunda, nos han hecho creer que es algo vergonzoso admitirlo. La impericia sexual es más común de lo que se cree, a pesar de la idea errónea que nos venden las películas modernas de todo género; nadie nace sabiendo, y menos nosotras, las mujeres, quienes, a diferencia de los hombres, que experimentan placer sexual desde temprana edad, recibimos la llegada de la menstruación, que en muchos casos viene acompañada de dolor, y la noticia de nuestras madres de que "ya somos mujercitas", o sea, aptas para la reproducción humana y punto, y eso de forma molesta y dolorosa. De la misma forma, ya que el placer sexual masculino es claramente más fácil de alcanzar, muchos hombres no se preocupan de aprender a complacer a su pareja por egoísmo, pues a muchos (no a todos; por suerte para algunas mujeres, hay honrosas excepciones) les basta con darse gusto a sí mismos. Sin embargo, en atención a los caballeros que buscan complacer a su pareja, diré que la solución para la impericia es muy sencilla: informarse y practicar. Existen en el mercado un sinnúmero de libros sobre sexualidad y placer en pareja, y si ambos están dispuestos a reconocer que no lo saben todo, el resto del camino es muy fácil, pues solo es cuestión de poner en práctica los conceptos aprendidos. Les garantizo que la satisfacción obtenida superará con creces el esfuerzo invertido en aprender.

Quiero hacer de la tercera razón el enfoque de mi opinión: la insatisfacción emocional. Como ya mencioné anteriormente, el orgasmo masculino es más fácil de alcanzar que el femenino, pues se basa meramente en estimulación física. Que me contradiga cualquier especialista en el tema, pero antes aclaro que me refiero a un hombre sano sin ningún tipo de disfunción física o mental. Sin embargo, el orgasmo femenino depende grandemente de la satisfacción emocional de la mujer: necesitamos sentirnos amadas, protegidas, respetadas, etc. para poder entregarnos al disfrute físico, hablando en términos generales. Esto me lleva al punto central: la ausencia de placer sexual femenino en el matrimonio no es más que uno de los síntomas de un problema más profundo y complicado. Pongo como ejemplo una situación que viven muchas mujeres: convivir con un marido alcohólico. No creo que ninguna mujer sea capaz de disfrutar una relación íntima apresurada a las tres de la mañana y con un hombre que huele fuertemente a alcohol y que apenas puede vocalizar palabras completas. Estoy segura de que la mujer de mi ejemplo no se siente segura en tales manos, sobre todo sabiendo que, en otras ocasiones, el resultado de una borrachera de su marido no ha sido algo tan "inofensivo" - a su maltratado y abusado criterio - como una penetración impuesta, sino más violento, más agresivo, como el maltrato a sus hijos o la pérdida del dinero del hogar, tan caramente obtenido en estos tiempos. Y creo firmemente que, en un hogar como este, hay cosas más importantes que resolver que la ausencia del placer femenino en las relaciones íntimas. Una mujer cuyo marido no le brinda seguridad, estabilidad, atención o al menos interés genuino en su persona, no puede sentirse satisfecha de la vida que está viviendo. Una mujer así se siente atrapada, minimizada, abusada, y su dolor interno, el cual es reprimido la mayor parte del tiempo en atención a unos hijos que hay que criar, se refleja en muchas otras áreas, no solo en la sexual, que afectan directa e indirectamente a los demás miembros de su familia, sobre todo a los más vulnerables, como son los hijos. Sin irse a ningún extremo - aunque el abuso de bebidas alcohólicas no debería ser tomado como tal, pues es más común de lo que se cree - una mujer cuyo esposo ha perdido el interés en los aspectos emocionales de la relación de pareja, no puede sentirse atraída o complacida por él, pues, para su mente femenina y evaluadora, una relación sexual que no los une emocionalmente no tiene ninguna razón de ser, y por lo tanto, solo debe ser tolerada, si no rechazada completamente. Y, de un hogar en el que los padres se encuentran tan distanciados emocionalmente, no pueden más que venir males para los hijos que sienten que sus padres no se aman entre sí; inseguridad, desmotivación, rebeldía y todo tipo de conductas destructivas que no hacen más que enmascarar la profunda necesidad de afecto no encontrada en un hogar fracturado. Y es altamente probable que los hijos repitan tales conductas, en los respectivos hogares que formen en el futuro, pues es lo único que han aprendido.

Así que, eso de que la mujer debería tener el derecho constitucional de sentir placer durante el acto sexual está mal enfocado. Si se tratara simplemente de un orgasmo, el marido tendría la opción de comprarle algún juguete sexual y punto, para sustituir las atenciones y responsabilidades que tendría que ejercer para que ella se considere satisfecha. En lugar de eso, podríamos sugerir la salud emocional de los hogares como política de Estado, y el respaldo constitucional a las víctimas de hogares inestables, sean cónyuges de cualquier sexo - pues la insatisfacción emocional también existe para el hombre, pero he optado por no mencionarla, pues no viene hoy al tema - o incluso hijos de padres emocionalmente distantes. Y sobre todo, en un país en el cual la migración de uno o ambos padres es tan común, debería pensarse muy seriamente en la salud emocional de los hijos que viven "encargados" donde familiares cercanos o vecinos, pues a mi criterio, es parte del mismo problema. Dejemos de desviar la atención hacia el escándalo; no es procedente discutir sobre lo "ridículo" o "polémico" del tema sin siquiera comprenderlo. Es un desperdicio infame de tiempo y recursos, y no nos lleva a ninguna parte. Pensemos más bien en lo que nos queda por hacer, y en todos los posibles frentes que no han sido aún cubiertos, como el que he mencionado, con el fin de ayudar a formar una Patria más cálida, justa y que brinde los recursos necesarios para hacer de todos sus habitantes las personas satisfechas y trabajadoras que tanta falta le hacen a nuestro país.

sábado, 15 de marzo de 2008

¿Tributo? ¿Cuál tributo?

El viernes me fui al "Tributo a U2" en la discoteca Factory. Y recordé la razón por la cual aborrezco las discotecas y las fiestas. No soy del tipo farrero: el humo del cigarrillo de otros, el de la maquinita de humo que encienden todo el tiempo para que las luces de colores de fantasía se vean, la música a todo volumen, hablar a gritos con tu acompañante, etc. no son cosas que me diviertan en lo más mínimo. No tomo licor, y el baile en sí me gusta, pero no en ese tipo de entorno, así que ya se pueden imaginar: no me divirtió la espera.

Con ese antecedente, paso a relatar los hechos. No sé quién le dijo a mi hermano - quien consiguió las entradas para tres de mis hermanos, mi esposo y yo - que el concierto empezaba a las ocho; llegamos a las nueve, esperando no habernos perdido mucho del inicio. Al entrar, sin embargo, el local estaba casi vacío. Seis estructuras tipo mesa de color blanco - voy a llamarlas "mesas de baile"; no tengo idea de cómo se llamen - eran las únicas ocupantes de la pista; el volumen estaba al máximo, el juego de luces encendido, el humo no dejaba respirar, pero no había nadie que lo disfrute; ni siquiera nosotros, que no somos de ese ambiente.

La alegría de no habernos perdido el inicio del concierto nos duró una hora. Antes de eso, una amable... ¿impulsadora? ¿mesera? ¿ayudante? nos había pasado la "carta" - una lista de licores - cuya mejor/peor oferta era "Jarra de agua - 1,50 USD". ¿Un dólar cincuenta por una jarra de agua? Discúlpenme, pero me parece lo más absurdo del mundo pagar ese valor por ese ítem, y eso que no menciono el "Vaso de cola - 1,00 USD" - ¿qué no darían los vendedores de los mercados por poder especular tan libremente con sus productos de primera necesidad como los dueños de las discotecas? De una botella de tres litros de cola salen al menos veinte vasos, y cuesta más o menos 1,50 USD. Simple matemática: 20 vasos de cola x 1,00 USD = 20,00 USD - 1,50 USD = 18,50 USD de ganancia neta, lo cual representa... a ver... 18,50 USD / 1,50 USD = 1234% de ganancia. Si alguien hiciera lo mismo con una libra de arroz, por ejemplo, tendríamos lo siguiente: 0,35 USD x 1234% = 4,32 USD/libra. El especulador estaría en la cárcel antes de que alguien pudiera decir "¿a cuánto el quintal?".

Así que, con la garganta seca, seguimos esperando. Un par de personas más habían llegado y estaban paradas, sentadas o paseando nerviosamente alrededor del local, mientras la música seguía a todo volumen, el humo seguía saliendo y las luces seguían bailando - las únicas que lo hacían. Más o menos a las 10:30 PM mi hermano se acercó a preguntar a qué hora mismo empezaba el espectáculo, y volvió con la triste noticia: todos los tributos o conciertos empiezan a las 11:30. Fue culpa nuestra: nosotros pensamos que iba a empezar más temprano - sabiendo eso, hubiéramos ido a comer algo primero. Mi esposo estaba con hambre desde antes de entrar: no merendamos para llegar más rápido. Ya sé: eso suena más a queja que nada. Ya sé que no es culpa de la discoteca, pero en honor a la verdad, tengo que incluir estos comentarios aquí, para demostrar lo poco compatibles que somos - mi esposo y yo; no puedo hablar de mis hermanos - con ese ambiente.

Las 11 PM; yo ya no quería esperar. Sacamos una moneda para decidir si nos quedábamos o nos íbamos - no es que confiemos en ese tipo de procedimientos esotéricos, sino que aún estábamos de buen humor como para probar algo así -, y el destino dijo que esperásemos. Para ser sincera, me divertí mucho mofándome con mis hermanos de ciertos "bailarines entusiastas" - había un tipo que parecía que jugaba "alfonfín" o "mesú" con las manos mientras bailaba. Nadie se atrevía a bailar abiertamente: digamos que el local estaba lleno en un 30%, dispersados en grupos alrededor de "mesas de baile" y de mesas regulares. Uno que otro se movía con ritmo, al margen de su grupo de amigos, y lanzaban miradas anhelantes hacia los que se subían, por unos minutos, a las - "todos juntos, niños:" - "mesas de baile".

Llegaron las 11 y 30, y el concierto no empezó. No sabíamos qué hacer: si esperar un poco más, o irnos a comer algo, una hamburguesa en el Burguer King - porque abren hasta tarde, no por un supuesto "estatus" o algo parecido - o lo que sea. Sacamos la moneda de nuevo, y esta vez estuvo de acuerdo con nosotros. Salimos, y la mayoría se arrimó al carrito de hotdogs de afuera - yo me comí una minipizza. Ya con algo en el estómago, nos percatamos de que los músicos estaban afuera, también; luego de unos minutos, entraron. Nos miramos, y discutimos por un momento si volver a entrar - parecía que, por fin, el concierto iba a empezar - y decidimos que, ya que estábamos ahí - y comiditos - por qué no... Entramos de nuevo. Había más gente, más consumo de alcohol, más humo de tabaco... y nada que ver los músicos. Esperamos algún tiempo más, y mi hermano fue de nuevo a preguntar a qué hora empieza el concierto - esta vez le respondieron que a las 12.

Al malestar se le añadió la indignación. Los músicos ya estaban ahí: ¿cuál era el punto de demorar el concierto? Faltando a su propia palabra, los organizadores decidieron retrasar el inicio, esperando tal vez que el local se llene más, o quién sabe qué. O, lo más probable, es que no les importara mucho el concierto en sí, sino el consumo de licor y productos - el supuesto espacio VIP, con sillones en vez de sillas de plástico, estaba vacío - para aumentar sus ganancias. Quién hubiera pensado, después de las gloriosas propagandas radiales que parecen magnificar la importancia de tales espectáculos, que la triste verdad era que los dueños de clubes no le daban tal importancia al evento central de la noche. Mi hermano dijo que a él no se le hubiera ocurrido poner primero el baile y luego el concierto, sino al revés, para que el baile se extienda todo lo que deba extenderse, y a mí me parece también lo más sensato.

Y llegaron las 12. "Por fin", dijimos inocentemente. Las 12:05... las 12:10... y nada. "Ah, no," dije yo, "ya son las 12 y 15 y estos no piensan empezar el concierto." Había más gente, bailaban, tomaban, fumaban - humoruidoluces - y no había concierto. Y por lo visto, no tenían intención de empezar...

Espero que a alguien le haya dolido que nos fuéramos. La verdad, a mí me hubiera dolido ese trato si hubiera pagado por la entrada, lo que afortunadamente no hice - a mi hermano le regalaron pases de cortesía. Sin embargo, también considero que, el que me hayan hecho perder mi tiempo es una desconsideración; en este país, por desgracia, las cosas se hacen así, a la "maldita sea"; un par de empresarios "visionarios" se avientan a organizar un evento y estando a medio cocinar, se lanzan y esperan que todo les salga bien.

Sin embargo, no me quiero quejar mucho, pues realmente no tenía mucha fe en el evento, en un principio. Como dije al inicio, aborrezco esos ambientes; sé que a mucha gente le gustan, y están en su derecho, pero a mí no, y no soy del tipo que trata de encajar con los gustos de la mayoría para "quedar bien". Para mí, ir al cine, tomar un café - bebida que tomo solo en ocasiones especiales, después de haber vencido una ligera adicción a la substancia - y conversar, pasear por un centro comercial y/o cualquier actividad que se pueda realizar de día y/o lejos de un ambiente contaminado (ruido/humo) constituye una actividad divertida; lo otro, no. Y quienes me conocen saben que no bebo alcohol, así que eso de "salir a tomarse unos tragos" tampoco va conmigo; la sugerencia es casi una ofensa en personas que dicen llamarse "mis amigos". Así que, haber esperado tres horas por un concierto que nunca se concretó - al menos no mientras estuvimos ahí - fue algo muy desagradable.

En resumen, eso de "tributo" es una asquerosa exageración: "intento" estaría mejor. Intento de llamar la atención hacia un local - que antes fue fábrica - para que la gente consuma alcohol, gaste más dinero en un VIP que de VIP solo tiene el nombre, por medio de un espectáculo que puede estar bien o mal hecho - no importa, pues lo que importa es que la gente se divierta como sea, ¿no? Como no soy la mayoría, supongo que mis opiniones no cuentan para los amos y señores del marketing, pero si pudiera pedir algo, aunque sonara descabellado, sería un poco menos de interés económico y un poco más de sinceridad con respecto a aquellos espectáculos; de esa manera, los quiteños que no conocemos "el ambiente" sabríamos a qué atenernos.

jueves, 13 de marzo de 2008

Janeth Hinostroza perdió mi respeto

¿Se le subieron los humos?

A veces veo "30 Minutos Plus" de Janeth Hinostroza. O al menos, lo veía. El sábado anterior no se dio el caso, pero, por una coincidencia, cambié de canal a tiempo para ver el ya afamado video en el que la periodista aborda al presidente de la República en medio de una multitud, y no recibe respuesta a su pregunta (algo así como cuáles, o cuántos, ecuatorianos han sido secuestrados por las FARC - al momento no interesa). Lo que sí me interesa, y me decepciona, es la reacción de la señora Hinostroza. No soy ingenua como para creer que a los periodistas nunca los trataron como a ella: sabemos que es parte de su trabajo el "meterse" a como dé lugar al lugar donde se encuentran las respuestas, a riesgo de recibir maltrato físico y verbal. Y opino que, si alguien escoge tal profesión, tan honesta y digna como cualquier otra, debe estar dispuesto a aceptar lo malo con lo bueno, y tragarse los insultos y maltratos físicos con tal de descubrir la verdad, o al menos, alguno dato "sabroso" que les ayude a elevar el rating. Incluso ella misma afirmó que lo que hizo es un método legítimo de periodismo, siendo así válido mi punto.

Pero me desvío. Lo que me decepciona, realmente, no es que la señora Hinostroza se haya metido a interrogar al presidente, sino que, después, no tenga ningún reparo en denunciar el maltrato físico y verbal que recibió como algo fuera de lo normal. Consideremos la situación por un momento: habían decenas - si no un ciento - de personas alrededor del presidente, apretujándose contra él, mientras sus edecanes abrían paso al mandatario; que a alguien le hayan halado el cabello, empujado, codeado, roto una uña, me parece de lo más normal en tal situación. La señora Hinostroza interpeló al mandatario, el cual respondió que no haría declaraciones, lo cual me parece una demostración de compostura, en medio del caos de gente en el que encontraban. Pero la señora Hinostroza no quería desistir (admirable para un periodista, pero no tanto...); repitió su pregunta una y otra vez, abriéndose paso a empellones a través de la gente para colocarse frente al presidente e interpelarle otra vez - personalmente, no sé qué era lo que quería: ¿tal vez que el presidente saque de su bolsillo la lista que ella pedía y se la lea completa, con nombres y apellidos? Por supuesto el mandatario, manteniendo la calma y claramente evidenciando su intención de no entrar en la pelea, ordena a sus edecanes que retiren a la señora Hinostroza de delante suyo, lo cual es obedecido prontamente. Cierto, le llamó "majadera" y "malcriada", pero igual hubiera hecho yo, si puedo ser honesta, con cualquier tozudo que se me plante delante con una pregunta que no puedo, no quiero, o no me interesa responder en el momento, especialmente después de haberle dicho que no la voy a responder en ese momento, ¿no les parece?

Y aquí viene lo bueno. Los edecanes se apoderan de la señora Hinostroza - no hay otra palabra para ello: en medio de tal caos, cualquier guardaespaldas que se respete debe tratar y manejar a tales personas como obstáculos, si quiere proteger a su cliente - y la señora Hinostroza, ni corta ni perezosa, se lanza a agredir a los hombres que le impedían el paso, golpeándoles con su micrófono y vociferando contra ellos, al más puro estilo Britney Spears o Jennifer López contra los papparazzis. Lo cual me lleva a preguntarme algo: ¿acaso la señora Hinostroza, confiada en la popularidad de su programa de televisión, esperaba que el presidente la reconozca como a una celebridad, levante su brazo majestuosamente para detener a la multitud, y brinde todas las respuestas que la periodista exigía? ¿Es eso lo que le molestó en verdad? ¿Acaso fue su orgullo, no su práctica periodística, lo que terminó herido al final, ya que fue tratada - ¡Dios nos libre! - como cualquier hija de vecino?

Por esa razón, Janeth Hinostroza ha perdido mi respeto como periodista. Y lo que es peor, su credibilidad. Es cierto que un buen periodista debe buscar respuestas a como dé lugar; sin embargo, que un periodista saque a la luz uno de sus intentos, y se declare la víctima sólo porque no le resultó su método periodístico me parece, no solo de mal gusto, sino poco profesional e insulso, algo que brota más del deseo de desquite que de una legítima sed de justicia, y que de ninguna manera se gana mi compasión, y mucho menos puede, siquiera, conservar mi respeto.

Elizabeth.